Arrepentimiento.
Un
hombre salió de caza al bosque, como solía hacer todos los días. Se le hizo muy
tarde, por lo cual, decidió volver a su
casa.
Por
el camino, se sentó a pie de un gran árbol, el más bonito que él haya podido
ver jamás, el árbol, por la belleza que desprendía, parecía que las ramas eran
de oro de lo que resplandecía. Cuando se apoyó en el tronco del árbol y dejó
caer su cabeza sobre él, se dio cuenta de que en la rama más alta había una
niña sentada. Era una niña de pelo largo y rubio, ojos azules, muy claros, una
nariz pequeña y unos labios muy finos. Por lo que se podía apreciar no era muy
alta, de estatura media, llevaba un largo vestido azul inusual.
De
repente la niña comienza ha hablar:
-Señor,
señor, necesito su ayuda.
-Dime.
-Necesito
que me lleve con usted, sino, correré un grave peligro, ya que un mago me hizo
un hechizo, para vengarse de mi padre, el rey de Hungría y mañana cumplirá el
plazo.
-Señorita,
realmente, no comprendo lo que pasa, pero mi madre siendo tan sabia, me podría
aconsejar. Además, no vive muy lejos de aquí.
El
cazador echó a correr para volver lo antes posible y no escuchó lo que la joven
le quiso decir.
-Pero
espere señor...- gritó la chica en vano.
Estaba
muy enfadada con el caballero por haberla abandonado, pero al mismo tiempo
también se sentía muy asustada.
Cuando
el señor volvió de pedir ayuda, recorrió el monte sin descanso alguno, sin
ningún resultado. No hubo manera de encontrar a la muchacha. Cuando agotado
volvía a casa, a lo lejos, vio a un grupo de personas y entre ellas iba la
joven. La reconoció, porque era la única que llevaba un vestido distinto a los
demás. La muchacha iba cabizbaja. El hombre se intentó acercar para ver lo que
sucedía y pudo comprobar que iban armados. A la chica la llevaban atada y
lloraba.
El
hombre se sentía tan mal por no haberla rescatado él y dejar que unos
delincuentes la encontraran, que decidió acabar con su vida.